Por: Jacinto Salas Morales
Es probable que buen número de ibarreños se haya preguntado o se pregunte: ¿”a dónde va Ibarra?” ¿”cuál es su proyecto de ciudad, ciudad actual, moderna, con futuro? La interrogante puede parecer reiterativa, pero es indispensable porque de su respuesta depende aquello que quienes la dirigen hacen y ofrecen a la comunidad.
Ciudadanos con mucha frecuencia piensan que la democracia se limita al ejercicio del voto o, cuando más, a cumplir algunas obligaciones establecidas en las ordenanzas pero sin mayor compromiso.
Muchos olvidan sus obligaciones con la ciudad. Prefieren delegar sus responsabilidades a otros. Hipotecan con frecuencia sus visiones y perspectivas. No les importa aceptar proyectos y voluntades que en nada contribuyen a un adecuado y urgente plan de progreso y desarrollo. Prefieren el silencio.
En el caso concreto de la capital provincial, parecería que las administraciones de la ciudad y el cantón no aciertan a encontrar el horizonte. Y esa es la queja ciudadana, frecuentemente descontenta y crítica con quienes, desde la función de autoridad perdieron la lucidez para señalar el camino, para proyectar grandes objetivos y metas, para liderar procesos que beneficien a todos los ibarreños.
La pregunta: ¿a dónde va Ibarra?, se convierte, entonces, en un reclamo para el análisis y la reflexión, en una interrogante que motive a cada ciudadano a encontrar respuestas posibles y viables, que obliguen a caminar y trabajar juntos, para hacer de Ibarra la ciudad que busca la mayoría y no únicamente alguno de sus temporales conductores