Ibarra y las consecuencias de su crecimiento

Opinion

Por Jorge E. Madera Castillo
Los últimos treinta años del siglo XX mas los veinte que vamos del presente, han sido fatales para la ciudad. Llevamos medio siglo de crecimiento poblacional acelerado por inmigraciones legales o ilegales y mucha población flotante, de urbanización desordenada, de violaciones a las normas de uso del suelo, de destrucción o pérdidas del patrimonio material e inmaterial, de acentuada informalidad, falta de empleo formal y decente, de agresiones al ambiente y a la naturaleza, y de aparecimiento de graves problemas sociales.
Las consecuencias son muy graves y costosas que significan problemas estructurales irresolutos, para citar algunos: las fuentes de agua se han agotado; el sistema de recolección y tratamiento de desechos sólidos está colapsando; mercados populares colapsados; cuencas hidrográficas del Tahuando y Yahuarcocha en proceso acelerado de degradación; pobreza y desesperanza en la población; estancamiento del sector productivo, altos niveles de desempleo, sub empleo e informalidad; bajo crecimiento económico; altos índices de delincuencia.
Oportunidades no tomadas entre otras: una provincia de gran riqueza y vocación agropecuaria produciendo solamente alimentos de subsistencia, en manos de largas cadenas de intermediación y con baja industrialización (agroindustria); un escenario natural, patrimonial y cultural increíble que no se ha organizado para crear productos turísticos, ni se ha vendido al mundo; una “ciudad universitaria” que acoge a más de 15.000 estudiantes pero que se ha quedado en la producción de centenares de egresados, gente preparada e inteligente que no tienen oportunidades; las fortalezas y grandes habilidades del sector artesanal a la deriva; entre otras.
Y es que hoy, la capital de los imbabureños se ha convertido en punto de convergencia de la región norte del país en todos los sentidos. El mencionado crecimiento es como una corriente que nos va arrastrando, pero no sabemos hacia dónde; un barco sin timón.
Frente a todo esto, las autoridades de turno no han generado respuestas coherentes que se encuentren plasmadas en una planificación ciudad-provincia-región de largo plazo, con un norte acordado por todos.
No existe una planificación que contenga un concepto ni una visión de ciudad a 50 años consensuado con los sectores. Ante tal marea, las organizaciones de la sociedad civil (gremios, asociaciones, etc.) tampoco actúan. No existen partidos ni organizaciones políticas que propongan nada. Ausencia de liderazgos.
Decía, el último medio siglo ha sido fatal.
Alguien nos puede indicar entonces, hacia dónde va Ibarra?

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